Covid-19 en Australia (p.2)

Ok. No hay chance de volver a Chile. Nos quedamos en Australia.

Ahora lo importante era ver cómo sobrevivir por el tiempo que durase la pandemia. Nadie sabía cuánto tiempo podría extenderse el lockdown y si es que los ahorros aguantarían hasta ese momento.

Cuando cerraron los negocios no esenciales yo trabajaba en la industria de Hospitality (Hotelería y Turismo), como mesera en un restaurante en el sector turístico de The Rocks. Gran parte de nuestro público eran turistas que llegaban en los cruceros que encallaban en Circular Quay. Sin turistas, el restaurante casi no tenía público. No había horas de trabajo disponibles y las pocas que habían, tenían que dárselas a los managers que eran trabajadores full time.

Con el restaurante cerrado ya no había trabajo. Me acuerdo que estábamos en casa los 4: Sebastián, Indiana, Nicole y yo cuando oímos al Prime Minister decir lo de los 6 meses. Todos revisamos nuestras cuentas de banco y las más alegres nos permitirían sobrevivir con suerte 6 a 8 semanas, pagando lo básico: renta, comida y transporte.

Uno de los motivos por los que me quedé en Australia fue porque tenía el contrato de arriendo del departamento donde vivíamos y tenía un monto no menor entregado en pago por la garantía. Si rompía el contrato antes, perdía ese dinero. Así que luego de muchas conversaciones con el administrador del domicilio, le dije que nos iríamos de casa y que yo estaba tratando de volver a Chile. Que habíamos perdido nuestros trabajos y que no teníamos cómo pagar la renta.

Nicole y Sebastián, que estaban con Working Holiday y junto a Jorge, Yerko, Pablo y Camila decidieron postular a trabajo en granjas para irse al norte y aprovechar este tiempo de extender sus visas al segundo año. El plan era irnos todos juntos, a los chicos los llamaron pero a mi no, porque yo tenía visa de estudiante. Así que ya no me iría con ellos y me quedaría en Sydney. El 11 de abril ellos se fueron a Woolgoolga y yo a Oatley.

Nos fuimos y yo decidí emprender otra aventura, la de irme como Au Pair con una familia australiana-sueca. A simple vista parecía una idea maravillosa porque me estarían pagando por cuidar a dos pequeñitos de 2 y 4 años, seguiría practicando mi inglés (la razón principal de mi viaje), estaría ahorrando en alojamiento y comida porque la familia se hacía cargo de eso y, además, me estarían pagando por estas horas de trabajo. Sonaba increíble. Y lo fue… Pero por corto plazo.

Ser Au Pair en Australia o en cualquier parte del mundo, siento que es una buena experiencia sobretodo si eres joven y recién saliste de la casa de tus Papás. Es una buena chance de ahorrar mientras trabajas y estudias; pero en algunos caso, como el mío, también implica hipotecar parte de tu libertad.

La experiencia en sí no fue mala. Aprendí mucho de la vida de los australianos, practiqué mi inglés, me entretuve un montón y, lo más importante, me dí cuenta que vivir «Plant Based» no era tan difícil como lo imaginaba al inicio. Pero bien dice el dicho ‘toda escoba nueva barre bien’ porque empecé a sentirme un poco privada de hacer cosas. Me había ido a vivir lejos de donde estaba la mayor parte de mis amigos y cercanos en Sydney. Durante el tiempo que estuve como Au Pair nunca me junté con ellos, mi rutina y mis horarios comenzaron a cambiar y me di cuenta que no era lo mío.

Y no fui la única que vio en ser Au Pair o Nanny la salida a este momento difícil. También Jennifer, Pía, Nickie y otras chicas que conocía habían comenzado la búsqueda de familias para tratar de sobrevivir el tiempo que este lockdown durase.

Estuve trabajando con esta familia por casi un mes y pude ahorrar algo de dinero para cambiarme una vez que comenzaron a levantar las restricciones. Mientras los restaurantes seguían cerrados y el Gobierno sólo lanzaba paquetes de ayuda para los ciudadanos australianos, los que teníamos visas temporales seguíamos a la deriva, sin tener mucha idea de lo que iba a pasar. Lo único importante, era tener casa, comida y tratar de ahorrar hasta que todo se estabilizara.

El 02 de mayo las restricciones comenzaban a levantarse, algunos negocios reabrirían, así que ya era sólo cosa de tiempo que todo volviera a ser normal. Conversé una noche con el Papá de la familia y le dije que yo creía que era tiempo de irme porque si los niños iban a volver al Playground, no tenía sentido que yo estuviera en su casa. Y llegamos a un acuerdo. No había apuro en salir, me dijeron que me tomara el tiempo que necesitaba para buscar un nuevo lugar donde vivir, pero yo ya me quería ir. Así que al día siguiente me fui.

¿Sobre los trabajos? Ahora había que esperar…

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